¡Una pincelada de historia y tradición!

La tradición reza que a San Andrés de Teixido «vai de morto que non foi de vivo», o que irá de muerto quién no lo haya hecho en vida. Se trata del segundo punto de peregrinación más visitado después de Santiago de Compostela y, aunque sus orígenes se documentan en el siglo XII, se le atribuyen relaciones anteriores con el mundo pre-cristiano. Visitantes de toda Galicia, y cada vez de más lugares de todo el mundo, llegan cada año para visitar al Santo.

Una de las joyas del santuario es el retablo de estilo barroco popular, del siglo XVIII, construido en madera. Destacan las tallas de los apóstoles así como la decoración dorada característica de la pieza. El relicario se encuentra dentro del retablo, custodiando la reliquia, una falange de un dedo del apóstol Andrés que trajeron los Caballeros de la Orden de Malta.

No te olvides de dejar tu piedra en los amilladoiros, ya que hablarán el día del Juicio Final y dirán quiénes han ido en vida a San Andrés de Teixido. Aquellas personas que no lo hayan hecho deberán hacerlo de muertas.

Aquellas personas que llegaban al santuario volvían con esta peculiar credencial, el Ramo del Santo, adornado con los sanandreses, la «herba de namorar» y, en ocasiones, con roscas y efigies del Santo.

Las ofrendas son variadas, de todo tipo, aunque es habitual encontrar una gran cantidad de figuras de cera. Estas piezas tienen diferentes formas (pie, cabeza, corazón) y se les atribuye la virtud de ayudar en ciertas dolencias.

No te debes marchar de San Andrés de Teixido sin tirar una miga de pan en la fuente del Santo, también conocida como la fuente de los tres caños. Si la miga flota en las milagrosas aguas de este fuente, que nace bajo el altar mayor, la fortuna te acompañará al menos hasta el año siguiente. Si, por el contrario, la miga se hunde, la súplicas no serán atendidas y puede que se cumplan los peores augurios.

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